Lula comenta prisão de Bolsonaro
Por Rodrigo Santos Andrade
Donald Trump escogió este miércoles por la noche (hora de Washington) un formato reservado a las grandes ocasiones, el del discurso televisado a la nación, para una de sus actividades favoritas: celebrarse a sí mismo a base de mentiras, medias verdades y exageraciones en un esfuerzo de tomar el control del relato de la marcha de la economía, que le ha provocado la peor crisis de popularidad desde su regreso al poder el pasado mes de enero.
Habló con gesto crispado e impaciente durante 18 minutos, en los que a rato pareció que estaba gritando a sus compatriotas desde la sala destinada en la Casa Blanca a las recepciones diplomáticas. La idea era despedir el primer año de su segunda presidencia. El resultado sonó a nerviosa justificación de sus políticas que, según las encuestas, no convencen a los estadounidenses, que le votaron fundamentalmente con el bolsillo y que no sienten que las cosas hayan mejorado.
“Hace 11 meses, heredé un desastre”, dijo al principio de su discurso en el que insistió una y otra vez en los ataques a su predecesor, Joe Biden, así como en algunos de los fetiches bien conocidos de su retórica: del ataque a las personas trans y el argumentario racista y xenófobo a la supuesta invasión de los peores criminales, salidos de sanatorios mentales y enviados por países enemigos.
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